Cuidado con este pequeño artículo, porque será un recorrido por la mezcla de pensamientos del día de hoy. Tengo, o más bien tenía un vuelo programado a Ámterdam en un par de semanas, pero ha sido reprogramado. El saber que mi tiempo para vivir un cambio ha sido cambiado, me da cierto alivio y a la vez rabia conmigo misma.
Ya tenía todo preparado. Mi perrito se quedaría con mi mamá, y las llaves de mi hogar se quedaría en manos de mi hermana, aunque no sería necesario porque mi cerradura electrónica me notificaría en cualquier momento si alguna anomalía llegase a suceder.
Con el alivio que me inviadió al conocer las noticias sobre mi vuelo pospuesto, me di cuenta que el miedo que me inundaba no tenía nada que ver con subir a un avión después de tanto tiempo. Tampoco guardaba relación con dejar mi sala sola, porque tengo un sistema de cerraduras de seguridad muy potentes. El alivio representaba mi temor al cambio, a expandir mis alas, a crecer hacia otros horizontes.
Aumentar la seguridad implica soltar y confiar
Desde hace unos días me he preguntado, por qué nos detenemos tanto a la hora de tomar acciones que representen un cambio inminente en nuestras vidas. Esta especie de sabotaje sucede principalmente cuando se trata de hacer cambios que mejoren nuestras vidas, ¿lo has notado?
Siento que esto va en dos direcciones. El miedo al éxito y el miedo al fracaso. Por un lado, el miedo al éxito tiene todo que ver con los mandatos a los que somos fieles desde nuestra infancia. Quizá mamá y papá y otro miembro de nuestros ancestros no logró alcanzar las metas que se propuso. Quizá de alguna manera mantengamos una especie de lealtad hacia esa historia familiar que nos impide avanzar.
Por otro lado, ese miedo a volar, a dejar el hogar, a saltar sin miedo hacia la aventura, está también paralizado por el miedo a fallar. Pero me he dado cuenta que no tememos al fracaso con el fracaso mismo, tememos a que las personas que nos rodean y extraños también, ocupen nuestros momentos de vulnerabilidad para lastimarnos.
De alguna manera, el alivio al no tener que vivir una cambio irónicamente planeano tiene lugar en ambos tipos de miedo. Pero me pregunto, ¿cómo dejar ir esas sensaciones que nos alejan de nuestros sueños más salvajes?
No se trata de desproteger ciertas facetas de nuestra vida para priorizar otras. Se trata de encontrar una especie de balance para poder afrontar al futuro sin temor a nada y con la certeza de que todo será para mejor.
Si has pasado o estas atravesando una situación similar, tengo un par de recomendaciones. Aumenta la sensación de seguridad y bienestar en los espacios cotidianos. Yo compré una cerradura de alta seguridad y empecé a practicar la respiración conciente. Ten cuidado con los excesos, ya sea con la comida, con el alcohol o con cualquier otra cosa que utilices para “castigarte” por no cumplir con las metas que te has propuesto a corto plazo.
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